No sé cuantas entradas he dedicado ya a Roma, pero es que... es una ciudad que no me cansaría de visitar nunca! Y eso que precisamente no me gusta repetir y hacer las mismas cosas, pero esta ciudad tiene un magnetismo especial conmigo.
Como algunos sabéis, hace unas semanas tuve la posibilidad de hacer una breve escapada a la Ciudad Eterna. Eterna porque su arte no descansa en ninguno de sus rincones, Eterna porque no se escapa ninguna época de la historia por su recorrido, Eterna porque sigue siendo decadente (sí, es una ciudad sucia y dejada, pero es que para mi eso forma parte de su encanto y mejor plasmación de la decadencia del Imperio Romano no podría ser) Eterna, porque engancha, Eterna porque nunca duerme, Eterna porque enamora.
En fin, al grano... entre las muchas cosas que hay que ver en Roma, creo que quien visita la ciudad no puede dejar de perderse todos los conflictos artísticos que se produjeron y que enriquecieron la ciudad y el Arte. Para mi, creo que no hay mejor guerra que la que hubo entre Bernini y Borromini, y su mejor muestra se encuentra en la Plaza Nabona. Las otras veces que he viajado, siempre estaba restaurandose y nunca llegué a contemplarla en su plenitud... hasta hace poco.
Y me quedé... sin palabras. ES IMPRESIONANTE!
Dejo unas fotos (basta decir que son mías, así que no esperéis gran cosa)
Sin duda este es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, presidida por la Iglesia de Santa Agnese in Agone (por cierto, preciosa por dentro) cuya fachada se encargo a Borromini, y justo delante encontramos la fuente de los cuatro ríos, en representación de los cuatro continentes conocidos hasta la época, esculpida por Bernini (grande Bernini, a pesar de su pésima biografía).
Destaca de esta obra la figura del río de la plata, cuya estética refleja como se intentaba proteger alzando una de sus manos por delante del rostro, y con gesto de miedo, de una posible caída de la fachada de la mencionada Iglesia, mostrado así su nefasta opinión sobre la condición de arquitecto de Borromini.
Sin duda, este fue uno de los enfrentamientos artísticos más patentes que se encuentran en la ciudad.
Y yo, sólo espero poder volver pronto!
La città vecchia
Fabrizio de André
Nei quartieri dove il sole del buon Dio non dà i suoi raggi
ha già troppi impegni per scaldar la gente d'altri paraggi,
una bimba canta la canzone antica della donnaccia
quello che ancor non sai tu lo imparerai solo qui tra le mie braccia.
E se alla sua età le difetterà la competenza
presto affinerà le capacità con l'esperienza
dove sono andati i tempi di una volta per Giunone
quando ci voleva per fare il mestiere anche un po' di vocazione.
Una gamba qua, una gamba là, gonfi di vino
quattro pensionati mezzo avvelenati al tavolino
li troverai là, col tempo che fa, estate e inverno
a stratracannare a stramaledire le donne, il tempo ed il governo.
Loro cercan là, la felicità dentro a un bicchiere
per dimenticare d'esser stati presi per il sedere
ci sarà allegria anche in agonia col vino forte
porteran sul viso l'ombra di un sorriso tra le braccia della morte.
Vecchio professore cosa vai cercando in quel portone
forse quella che sola ti può dare una lezione
quella che di giorno chiami con disprezzo pubblica moglie.
Quella che di notte stabilisce il prezzo alle tue voglie.
Tu la cercherai, tu la invocherai più di una notte
ti alzerai disfatto rimandando tutto al ventisette
quando incasserai delapiderai mezza pensione
diecimila lire per sentirti dire "micio bello e bamboccione".
Se ti inoltrerai lungo le calate dei vecchi moli
In quell'aria spessa carica di sale, gonfia di odori
lì ci troverai i ladri gli assassini e il tipo strano
quello che ha venduto per tremila lire sua madre a un nano.
Se tu penserai, se giudicherai
da buon borghese
li condannerai a cinquemila anni più le spese
ma se capirai, se li cercherai fino in fondo
se non sono gigli son pur sempre figli
vittime di questo mondo.
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